miércoles, 19 de julio de 2017

RASTRUM


La primera vez que vi estos desperdicios en el desierto de California mi impresión fue totalmente distinta a la de ahora Emitimos juicios en función de nuestra información que en ocasiones es bastante limitada. Al paso del tiempo de realizar el proyecto de migrantes fui dándole una lectura completamente diferente.







Ahora estos desperdicios tienen un significado simbólico e importante para mí, son rastros, del paso de una persona en busca de un sueño, al paso de los días su equipaje se va aligerando, hay ocasiones en que no comprendes porqué dejaron algo.   Por ejemplo ¿qué hace una etiqueta de maleta de avión de Phoenix, AZ en el desierto de California?



Es cuando empiezas a contarte historias, hay varias cosas que tienen una razón de ser.  Como las botellas de agua en frascos negros que a pesar de que el agua se caliente, de este color no brillan y les permite camuflarse con la naturaleza para pasar desapercibidos por la –migra–.  Me han contado que cuando vez una prenda íntima colgada son trofeos de violaciones, afortunadamente nunca he visto ninguno.




Un zapato flotando en el agua del Río Bravo, ¿cuál será su historia? Hay ropa, mochilas, gran variedad de cepillos de dientes, me pregunto ¿los delincuentes se preocupan por llevar un cepillo de dientes en un viaje tan arriesgado?, y digo esto porque hemos escuchado a políticos decir que los migrantes son delincuentes. En su gran mayoría de la gente que hace este viaje, lo hace en busca de una mejor vida.  En el desierto se han encontrado toneladas de objetos.  Eso ha permitido que algunas personas hagan proyectos especiales, algunos artísticos, otros de estudios antropológicos y otros humanísticos.






Hay personas que queremos comprender el porque la gente migra a otro país, muchos de nosotros somos descendientes de migrantes de otros países que inclusive tuvieron que renunciar a su ciudadanía.  Soñamos con un mundo sin fronteras, ¿acaso esto será posible? 

Lo que pretendo con este proyecto es sensibilizar a la gente a comprender mejor a los migrantes, no deberíamos juzgar a priori.  Están expuestos a muchas vejaciones y a vivales que solamente se quieren aprovechar de ellos. La mayoría van en busca del –sueño americano– porque no encontraron sus –sueños– en su propio país.









lunes, 17 de julio de 2017

DEBBI


 
Supe de Deborah McCullough por un colega y amigo que vive en el condado de Orange, Guillermo Lefranc.  Inmediatamente le escribí y obtuve una respuesta muy agradable.  Ella hace –arte-objeto–, joyería e instalaciones con lo que encuentra en el desierto de Arizona.  Desde hace catorce años, todas las semanas hace recorridos junto con Tucson Samaritans, para llevar agua, medicinas y comida a la gente que cruza a pie por estos lugares.  Ed & Debbi McCulloug han apoyado de forma importante a este grupo.  En el grupo hay de todo, desde abogados, geólogos, artistas, enfermeros, etc.


Durante estos años ha reunido centenares de zapatos, en ocasiones encontrados por ella o por otros miembros del grupo.  Debbi me permitió con gran generosidad fotografiar esos zapatos para mi proyecto “Zapatos de migrantes”. 



Me llevo en su camión al desierto, me mostró el “camino del diablo” y nos adentramos para retratar el muro fronterizo y para dejar agua y darle seguimiento a una de las rutas.   




Debbie es un alma gemela que encontré en el camino, tenemos gustos muy parecidos.  De ella aprendí la importancia de los rastros que dejan los migrantes a su paso.  De esta forma este grupo los puede ayudar mejor.
Ultimamente se concentra en recopilar cepillos de dientes y botes de agua.  





Gail, otra compañera de Samaritans encontró un bote para Debbi. 





Debbi encontrando un rastro.




http://www.deborahmccullough.com/











sábado, 15 de julio de 2017

PUNTOS ROJOS EN EL DESIERTO DE ARIZONA


Tuve la oportunidad de conocer al artista de origen colombiano Álvaro Enciso que actualmente vive en Tucson, Arizona, todos los martes junto con otro artista Ron Kovatch y Tucson Samaritans viajan al desierto de Arizona, siempre hay espontáneos que se unen a ellos como fue mi caso.  El proyecto de Álvaro se llama ­–red dots– (puntos rojos).

Álvaro llegó hace más de cuarenta años a EE. UU., llegó a Tucson en 2011, se incorporó al grupo de ayuda llamado Samaritans, es un grupo que hace una labor increíble llevando agua, medicinas y comida para los migrantes que cruzan el desierto.  Como buen artista, sensible pensó que podría aportar algo más, además de la gran labor realizada.  De esta forma surge –red dots– Se trata de llevar una sencilla cruz de madera con un –punto rojo– al centro, este punto rojo está hecho con deshechos de lámina encontrados en el mismo desierto, estas cruces son hechas a mano por el artista, esta es la manera en la que éste perceptivo artista honra a los muertos que no pudieron lograr sus sueños, ya que él dice: “yo si logré realizar el sueño americano”.

Álvaro inició este Proyecto consultando los lugares donde se encontraron cadáveres de indocumentados en el sitio oficial de la morgue de Tucson.  Posteriormente hay un especialista estadounidense que vive en Nueva York que le organiza los mapas  y el GPS con la información exacta donde ocurren las muertes y posteriormente una alemana se encarga de incluir cada punto rojo con la fecha y sitio de colocación en otro programa. También se ayudan con mapas topográficos de National Geographic donde hay información del terreno, puntos estratégicos como ciertos cerros, tanques de agua para el ganado, caminos arroyos, etc.

Álvaro comenta: “Mi proyecto "red dots" cubre aproximadamente unas 20,000 millas cuadradas, talvez más. hasta el momento he clavado unas 550 cruces más o menos, recorrido en carro, y caminado miles y miles de kilómetros tortuosos para hacerlo.  No se sabe cuántas personas han muerto en realidad se sabe que son más de tres mil y hay dos mil desaparecidos.




Gail, una bella mujer estadounidense voluntaria de los Samaritans, nos pide tener cuidado con las chollas que brincan y te espinan.





Álvaro y Ron trabajan estudiando los mapas y escogen de tres a cuatro lugares donde clavar las cruces que llevamos en esta ocasión. 




Viaja con nosotros una hermosa jovencita proveniente de Nueva York, ella siempre carga las cruces, algo que hace con mucho respeto. 





Las otras personas que nos acompañan ayudan a buscar piedras para la instalación de las mismas.










Cuando se coloca una cruz, Álvaro sugiere si alguien quiere decir algo por esa persona, es un momento especial, en ese día encontramos el sitio donde falleció una persona que no se pudo identificar, me dio la impresión de que simbólicamente al poner esa cruz ya no era del todo un desconocido.






Otra cruz se puso en el lugar donde murió Roberto Sánchez en 2013, tenía 25 años cuando murió de sed, sol y cansancio, cerca en un ocotillo había una marca con una camiseta rota.


El día que fui con ellos la temperatura era aproximadamente de 46º centígrados, es difícil pensar o concentrarse con esas temperaturas.







El desierto es contrastante, otra cruz se puso donde falleció Carlos Alberto Argueta Lezama de 42 años en junio 8 2004, murió de hipotermia (congelado).




Al estar tomando una fotografía de Álvaro me espine con unos nopales y Ron me comento: “¿te imaginas lo que tienen que vivir estas personas caminando por estos parajes en la noche?”, de verdad sigo pensando que son súper-hombres y súper mujeres que deben tener una gran ilusión para llegar a su destino.

También Ron me dijo mostrándome el GPS de mano: “en un radio de 2 millas hay 50 fallecidos, es increíble”.   En el grupo ese día iba con nosotros un sacerdote de origen Peruano, ciudadano del mundo, él ponía rosarios que le habían donado unas monjas de África en las cruces.




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viernes, 14 de julio de 2017

MARTINA

MARTINA CARRILLO
PUEBLA 24 AÑOS

Martina cruzo la frontera caminando con su madre y dos hermanos hace 17 años, ella tenía 7 años, y sus hermanos 3 y 11 años.  Su madre tenía 31 años.  “En mi familia no se habla de cómo ni cuándo migramos” fue muy difícil y parece que hay cosas que mi madre no quiere recordar.  “cada familia tiene su propia historia de porqué migra a otro país, en la mía no fue porque buscáramos una mejor vida ni el sueño americano, en México estábamos bien, no éramos ricos ni siquiera –media clase– sin embargo, no nos faltaba nada, pero mi padre se había ido a trabajar a Nueva York y convenció a mi madre de que lo alcanzáramos.  No se por dónde cruzamos, recuerdo que no era tan desértico era más verde, lo que si recuerdo es que lo intentamos dos veces.  Una vez nos detuvieron y nos regresaron, estuvimos en una casa de migrantes. Nunca me había interesado saber más, tenía miedo de hablar, mencionar que éramos migrantes indocumentados.  Ahora ya tengo mi Green card y me siento más segura.  Ahora si quiero saber y es por eso que tomé la decisión de venir a ayudar a Samaritans en Tucson y llevar agua a los migrantes, siento que debo ayudar a las personas a que cumplan su sueño”.

RAMÓN


RAMÓN ENCINAS
HERMOSILLO, SONORA 59 AÑOS

Cuando estaba en Nogales, Arizona conocí a Ramón, es el chofer de un shuttle (camioneta que hace viajes cortos) que te lleva de Nogales a Tucson.  Escuchándolo hablar con otra persona que iba en la camioneta, me enteré que era migrante,  Ramón cruzó la frontera por Nogales en los años 80, “yo me cruce por el hoyo, todo mundo sabe de qué se trata, yo creo que quien los maneja es la misma policía, además antes no había tanta tecnología ni cámaras en la frontera”, según dicen en Nogales hay muchos “hoyos” o narco túneles.  Cuando él cruzó no tenía ni pasaporte.  Empezó haciendo de todo y poco a poco fue arreglando sus papeles, se trajo a su mujer a EE. UU.  Y sus hijos ya nacieron en ese país. Viven en Nogales, Arizona.   Actualmente además del shuttle también trabaja de chofer en una línea de autobuses y su esposa es enfermera en un gran hospital en Tucson.  A él en realidad no le gusta la forma de vida gringa, nunca ha podido aprender inglés, pero si le gusta la seguridad que tiene en su trabajo.  Él ya no se regresaría a vivir a México.

Tan sólo en Nogales se han descubierto 107 túneles transfronterizos, la gente no sólo cruza por ellos, a diario hombres con cargamentos hasta de 25 kg. en sus espaldas los llaman “burreros” o “burros”, también escalan la valla con ese cargamento como si nada.  Hay zonas en las que no puedes pasar ni siquiera a hacer fotografías del Muro fronterizo porque están vigiladas por la delincuencia organizada, los migrantes que caminan por allí para llegar a donde ya no hay muro, tienen que pagar derecho de piso, ahora normalmente son $4,000.00 M.N. y además cuando ya van caminando por el desierto la delincuencia les vuelve a cobrar otro derecho de piso, para que puedan continuar su camino, son otros $4,000.00 M.N.

Tucson es una de los estados más racistas de la Unión Americana y la paradoja es que en Tucson la comida más popular es la mexicana, la bebida más popular es el tequila.  Y como siempre los mejores trabajadores para las labores rudas son los mexicanos.