jueves, 20 de abril de 2017

CASIMIRO SÁNCHEZ
Matías Romero, Oaxaca cree que tiene como 42 años

Casimiro tiene un rostro autóctono de su tierra natal, es muy serio y respetuoso, ha cruzado dos veces la frontera, las dos por Matamoros.  Vivió 6 años en Houston, trabajando en la construcción.  Su mujer y su hija viven en Oaxaca y él les mandaba dinero periódicamente, como la mayoría de los migrantes que cruzan la frontera buscando trabajo, son muy comprometidos y responsables con su familia.  Estaba en su trabajo cuando llegó la migra a pedirles sus papeles.  Le gustaría volver intentar regresar a EE. UU. Porque tiene que mandar dinero a su casa.  
Me dijo: “Nunca he tenido papeles ni mexicanos ni gringos, no tengo acta de nacimiento, por eso no sé qué edad tengo”.
Me sorprendió mucho su bolsa de plástico de la que no se separaba, en ella llevaba todas sus pertenencias.

HIPÓLITO MORENO MORALES
Lerdo, Durango.  84 años

La mirada de Hipólito es de lo más dulce, te invita a hablar con él.   Cuando le pregunte si alguna vez había cruzado el río me dijo: “Yo cruce una vez al otro lado por el río Bravo, vivía a orillas del río y luego me fui a McAllen, pero no me gusto, lo mismo te pagan allá un peso que aquí un peso.  Yo preferí regresarme, me quede a vivir en Reynosa, ya no tengo nada que hacer en Durango, yo estoy sólo, no tengo familia”.  Para él su familia son los migrantes deportados o los migrantes de Sudamérica o los que no tienen hogar ni a donde ir y que llegan a este refugio de almas solitarias en busca de una palabra amable, un plato de comida y un lugar donde dormir.

RUBÉN


RUBÉN PÉREZ
Reynosa, Tamaulipas debe tener como 50 años

Es huérfano desde los trece años, el cruzó por un lugar que le llaman “Las Calabazas”, lo hizo caminando solo.  Vivió 5 años en Mission, TX.  Tuvo un accidente de trabajo, le cayó ácido en el rostro, al pedir apoyo a su empleador, no obtuvo respuesta así que amenazó con demandarlo. El jefe sabía que Rubén era migrante ilegal y antes que indemnizarlo, prefirió denunciarlo a la migra.  Yo me pregunto a estos empleadores abusivos y pillos, ¿quién los denuncia?